domingo, 3 de junio de 2012

La percepción de la realidad (I)

Ayer pude disfrutar sin lugar a dudas de una de las clases que más me han impactado en mi vida como estudiante. Gracias al profesor Albert Soler, que se ofreció a darnos una clase extra a los alumnos de la huelga japonesa contra la subida de la matrícula (tema del que hablaré posteriormente), pude entrar aunque sólo fuera un poco en el interesante tema de cómo percibimos la realidad.

Para empezar, el cerebro humano consta de dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. Cada hemisferio tiene unas funciones propias y las personas tendemos a utilizar más uno de los dos. Hay que mencionar que los hemisferios funcionan de forma cruzada, es decir, que el derecho controla más la parte izquierda del cuerpo y el izquierdo, la parte derecha. Es por ello que las personas que utilizan más el derecho suelen ser zurdas y las que utilizan más el izquierdo, diestras, aunque no siempre tiene por qué ser así. ¿Pero cuáles son las características de cada uno de los hemisferios?

El derecho, por un lado, concibe el mundo como un todo, como un flujo continuo. La realidad se le presenta de forma inmediata, y puede entenderla de forma global, en algo que llamamos atención extensa. Su lenguaje es la música como unidad indivisible, fluida.

Por otro lado, el izquierdo desglosa la realidad en pequeñas unidades, percibiéndola como una representación. Analiza las partes, realizando la conocida como atención focal, convirtiéndolas en cosas inertes, pero también es el responsable del aprendizaje. Su lenguaje es la lengua, con su léxico y gramática.

La mayoría de personas utilizan el hemisferio izquierdo, y es por ello que la sociedad en la que vivimos está planteada desde su uso. Sólo hay que ver cómo es el sistema educativo: hacer esquemas, memorizar, escuchar pasivamente a un profesor que recita un tema, ver una presentación de powerpoint, definir... Todo son métodos que resultan útiles para el aprendizaje de aquéllos en los que predomina el hemisferio izquierdo, mientras que los del derecho suelen experimientar dificultades: son aquéllas personas que se aburren en clase, les cuesta estudiar y tienen dificultades para preparar un examen siguiendo los métodos que se les enseñan.

La visión generalizada es que estas personas son vagos o malos estudiantes, pero la verdad es muy distinta. Son tan válidos como los del hemisferio izquierdo, pero su manera de comprender el mundo es distinta. Necesitan otros métodos: como para ellos las cosas forman parte de un todo, es más fácil e instructivo, por ejemplo, ver una película o un documental sobre el tema, participar en un debate en el que puedan generar ideas propias acerca de ello o hacer actividades prácticas que tengan una relación indirecta (no tanto definir como aplicar) con la materia dada. De esta forma, resultan ser en realidad personas capaces y a veces incluso brillantes. Un correcto sistema educativo debería estar equilibrado a ambas técnicas, de manera que tanto alumnos de hemisferio izquierdo como de derecho pudieran sacar partido a las clases.

Otro ejemplo de cómo el hemisferio izquierdo domina la sociedad es la música. Antes hemos dicho que el derecho la tenía como lenguaje propio. Por supuesto, la música es la clara expresión de un flujo continuo. ¿Pero cómo se toca la música, cómo se enseña? Se desglosa en notas, en símbolos en un pentagrama. Al final termina siento un conjunto de unidades, ya no es aquel fluido inicial. Las clases de solfeo hartan a muchos, la flauta en el instituto a veces enemista al alumno con la música. Como todos tenemos ambos hemisferios, y aunque predomine uno el otro también lo utilizamos (todos hablamos, sin ir más lejos), todos somos aptos en un principio para la música en su verdadera expresión, la música libre que sale de tocar un piano sin leyes o golpear un tambor como nos dicte el corazón. Convertir la música en algo esquematizado y despiezado puede llegar a ahogar al músico que llevamos dentro. Sin embargo, la música debe ser escrita para ser recordada y transmitida. Es inevitable este desglose. El problema reside en el acercamiento a la música: primero se debería permitir que las personas la tocaran de forma libre, dando rienda suelta a su hemisferio derecho, y después ya habría tiempo para aprender a leerla y a escribirla. Seguro que así habría más músicos.

Lo siento: es tarde y no me extiendo más por hoy. Próximamente tendréis una segunda parte de este tema. Gracias y buenas noches.

Katua Lyhdyr, del hemisferio derecho.

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